Joseba nos recibe con una sonrisa. Desde el primer momento se ve que es alguien jovial, llano y sencillo.Es de Leioa, lugar de origen de la empresa y de varias personas que trabajan en ella.

 Nos disponemos a tomar algo en una cafetería cercana mientras nos cuenta su historia profesional en Fernández y Aedo. Justo en ese momento pasa cerca de nuestra mesa Jesús Fernández, que según dice Joseba es su tío, y fundador de Fernández y Aedo, ya jubilado pero que no deja de hacer su visita diaria.

 Recuerda perfectamente su primer día en esta empresa familiar en el año 2003, de la que puede considerarse de alguna manera parte de la tercera generación.

Antes de empezar a rodar él solo, hizo seis meses de aprendizaje acompañado, para habituarse con las rutas, los tiempos, las cargas y descargas.

 Generalmente realiza rutas cercanas sin salir fuera de España: Murcia, Alicante, Castellón, Tarragona… Llama ruta larga a la que hace pasando por Zaragoza y pocas veces le toca dormir fuera de casa y como mucho es cosa de una noche, nunca es una semana de lunes a viernes como hacen los chóferes con ruta internacional.

 La rutina diaria es llegar a la fábrica de destino entre las 6h a y las 10h de la mañana. Allí toman una muestra de la carga para analizarla, lo que lleva aproximadamente una hora. Después se descarga, proceso que suele durar entre una y dos horas y finalmente, si procede para hacer una nueva carga, se va al lavadero a lavar la cisterna.

En ocasiones le ha tocado ir al sur de Francia. Allí hay que estar a las 8:30h donde dice que son más exigentes con el papeleo y a veces se forma cola para hacerlo.

 Aunque pudiera parecer que lo más cansado es conducir durante todo el día, eso no es problema para Joseba, le gusta conducir, en cambio reconoce que lo que más duro, son las horas de espera, en las que no puede hacer otra cosa que permanecer cerca del camión.

 Tiene organizados los tiempos y los lugares para comer y generalmente lo hace en el camión excepto algún viernes que si va bien de tiempo se permite comer en algún restaurante.

 Parece un hombre sosegado, a gusto con su vida y sin especial necesidad de aventura, como el mismo dice: “me gusta viajar, pero lo justo”. Según el momento, quizás le apetece más ir de vacaciones al tranquilo pueblo riojano donde la familia tiene una casa, que emprender un viaje más lejano o complicado.

 Se siente contento, cómodo y orgulloso de trabajar en Fernández y Aedo. No se plantea dedicarse a otro trabajo, es aquí en donde le gustaría jubilarse.

 

 

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